Tus besos...
No recuerdo a qué saben sus besos, no recuerdo cómo es el tacto de tus labios...
Sí que se me viene a la memoria aquello que me decías: Tengo una pequeña costumbre, me gusta siempre morder el labio inferior muy despacito y dejar que lentamente se separen de mi boca.
Esos besos que no son besos, cuando te quedas a escasos milímetros de los labios, cuando respiras su aliento, pero siguen siendo un casto beso en la mejilla, insinuado, descarado, incompleto...
No creo que exista algo mejor en esta vida que quedarse atrapado en el tiempo junto a unos labios arropados de caricias, un pequeño momento inventado en el universo, en el que nadie más forma parte de él, tan solo tú y sus labios, tan solo dos bocas haciendo lo que se llama amor, dejando que su alma roce levemente la mía escribiendo en el corazón huellas que un día no muy lejano recordaré cada vez que cierre los ojos y trate de volver con la imaginación a ese instante creado de magia y dulzura.
Os digo que forma parte del placer y muerdo sus labios hasta desgastarlos, la mente tiene tanto poder que si así lo quiero puedo volver a la magia y volver a besarla, oler, acurrucarme entre su cuello, abrazar su cintura y dejar que mi cuerpo bese su cuerpo, haciéndolo mío y de nadie más.
Puedo bajar desde tu cuello hasta su ombligo besando con mi lengua su piel al compás que mis manos descubran cada milímetro que forma parte de ella, puedo esconderme entre sus piernas con los ojos cerrados y acariciarlas con mi cara respirando su aroma y perdiéndome en el silencio suspirado del preludio a lo que será una única noche inventada entre su silueta soñada y deseada. La piel, el silencio, los dos cuerpos...
Yo invento entre mis manos los besos y mi boca se queda desnuda por no encontrar los labios que desean morder. Mis manos siguen siendo frías y se quedan quietas sin un cuerpo que les dé calor. Mi cuerpo tiembla sin que nadie lo haya hecho temblar y mi corazón se queda quieto al prohibirme latir, no puedo latir, no puede latir.
Solo me quedo entre sueños imaginando que su cuerpo es el que está desnudo debajo del mío y soy yo el con los ojos cerrados vuelve a respirar y besar cada parte de él y mis labios vuelven a besar y a morder...
Todo sería lento, suave, dulce, todo se reduciría a un solo beso...
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