Pasión por el mar…
Cuando uno tiene pasión por el mar, cualquier momento es un regalo para caminar por la arena y sentir la serenidad o el coraje de las olas cuando rompen en las rocas.
Acabo de ver hoy otra maravillosa puesta de sol. La tristeza y la alegría se unen al contemplarla. Es cómo una puerta abierta al corazón, es inmensamente hermoso ver como se esconde por el horizonte. Como si durante unos instantes la puerta del cielo se abriera al acabar el día y Dios tomara el corazón del hombre, alejándose por milésimas de segundos del resto del mundo, y sacara lo mejor de de su corazón ,dándole una oportunidad más para comenzar un nuevo día. Es algo inexplicable.
Y aquí estoy yo de nuevo, gravando en mi mente la esencia de otro atardecer visto desde la orilla de un mar tranquilo, en calma, de un mar que durante todo el día había reflejado la luz del sol y que brillaba sin miedo a perder su identidad. Una imagen que mostraba la belleza del amor, de la libertad, de su presencia, expresada en colores rojizos reflejándose en el rostro del sol cuando va ocultándose en el horizonte.
En el silencio del paisaje, un deseo, un sueño, una ilusión, un ruego. Pero no sin responder a nadie.
¿Es que quizá el silencio habla? ¿Quizás quiere decirme algo? ¿Cómo se podría entender su lenguaje?
Y dentro, muy dentro de mi encuentro su voz que es mi voz, abriendo la puerta del corazón para juntos entrar de puntillas y pasearnos por el misterioso mundo del alma. Y allí, puedo encontrar la serenidad de mi paisaje interior.
Es inexplicable…es atardecer…es silencio…eres tú.
Setiembre de 2011
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